Siempre se ha dicho que no hay un dolor como el dolor del alma. Un dolor y daño que no se ve pero que afecta muy negativamente a las personas. Nos estamos refiriendo a daño psicológico que, en principio, no presenta rasgos superficiales pero ahondando en el diagnóstico podemos observar que es visible y que su reparación suele ser más prolongada. Este tipo de daños pueden tener su origen en hechos traumáticos de alto impacto en nuestra mente como puede ser la experiencia de vivir un accidente de coche.
El daño psicológico en los accidentes de circulación
Muchas veces los daños causados en un accidente de circulación van más allá de lo material, de lo físico, de lo tangible. En ocasiones la experiencia del accidente es traumática, especialmente en los más pequeños. Nos referimos al concepto de daño psicológico por atropello o, en general, por accidentes de circulación que, aunque no es fácil de delimitar, existe y puede causar una huella indeleble en nuestras mentes si no es debidamente tratado. El hecho de enfrentarse a una situación en la que la vida y la integridad de las personas corren peligro puede originar trastornos de diversa índole en nuestra psique.
Cómo reclamar el daño psicológico en un accidente de circulación
Para reclamar el daño psicológico en un accidente de circulación primero será preciso demostrar la existencia del accidente. Por tal motivo ante un siniestro es recomendable o bien hacer el parte amistoso o reclamar la presencia de testigos tomando sus datos para llamarlos a declarar si fuera preciso en un posterior proceso judicial, o bien la intervención de los agentes de movilidad para que levanten acta de los detalles de lo sucedido mediante el oportuno atestado policial, de la guardia civil o de la policía autonómica correspondiente.
Acreditada la existencia del accidente, hay que demostrar que como consecuencia del mismo se ha producido unos daños que pueden ser:
- Materiales. En el vehículo o en los equipajes.
- Personales. Estos se pueden dividir en físicos y psíquicos.
Diagnóstico del daño psicológico
Los daños psicológicos han de ser como consecuencia del accidente. Ha de tratarse de una afección psicológica que se desencadena como reacción de nuestra mente al hecho traumático del siniestro de tráfico. Por tal motivo es esencial que en el mismo momento del accidente se reclamé la asistencia sanitaria para una exploración y evaluación física y psíquica. Lo normal después de un accidente grave es que nos encontremos en estado de shock, bloqueados, sin saber reaccionar y con la sensación de estar viviendo una escena de una pesadilla. Esta reacción es bastante normal. En algunos casos queda ahí y en otros es el preludio de trastornos más graves.
El análisis psicológico inmediatamente después del accidente es muy importante de cara a posteriores reclamaciones y para que dichos daños no queden sin indemnizar.
Con posterioridad, los servicios médicos de la compañía de seguros que se haga cargo de las responsabilidades del accidente de circulación evaluarán el daño realizando un informe médico que utilizará la aseguradora para hacer una oferta motivada y desglosada de indemnización al perjudicado.
Algunos ejemplos de daño psicológico por accidentes de tráfico
Cómo hemos indicado anteriormente una de las reacciones más comunes ante el accidente de tráfico es el shock post traumático, por el cual nos quedamos en un estado de apatía emocional. Este estado puede pasar a una situación normal o degenerar en síndromes de estrés post traumático en los que el paciente desarrolla depresiones, ansiedades, insomnio, miedos y fobias tanto a salir a la calle o cruzar una calzada, como en el caso de daño psicológico por atropello, así como determinadas fobias y aversiones a conducir o montar como pasajero en un coche. La gravedad de este tipo de afecciones puede ser variable y dependerá de la intensidad del hecho causante y de la propia percepción e impresionabilidad de quien lo sufre. En algunos estados severos pueden llevar bajas largas y tratamientos complejos.
Cuantificación del daño psicológico por atropello
La traducción a euros de un determinado daño psicológico es algo que el legislador ha querido baremar a través de las tablas publicadas en la Ley 35/2015, de 22 de septiembre, de reforma del sistema para la valoración de los daños y perjuicios causados a personas en accidentes de circulación, que deroga el baremo fijado por Real Decreto Legislativo 8/2004, de 29 de octubre por el que se aprueba el texto refundido de la Ley sobre responsabilidad civil y seguro en la circulación de vehículos a motor (LRCSCVM).
Las tablas recogidas en la norma en vigor dan puntos para cuantificar las indemnizaciones por daño psicológico, en concreto se refiere a:
- Daños por estrés post traumático
- Síndrome postconmocional (alteraciones del sueño, del apetito, de la libido, de la memoria)
- Trastornos del humor como depresiones o el trastorno distímico.
En función de la gravedad del daño psicológico podremos percibir una indemnización hasta el momento de la curación o de la estabilización del daño. Así la actualización de las tablas según la Ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) establece las siguientes cuantías diarias:
- Perjuicio personal particular muy grave: 107,98 euros. Son los casos más graves de internamiento en un centro psiquiátrico.
- Perjuicio personal particular grave: 81,00 euros.
- Perjuicio particular moderado: 56,15 euros.
- Perjuicio personal básico: 32,40 euros.
Si se estabilizan las lesiones o el daño se queda fijado como algo crónico a la indemnización se debe añadir los puntos de secuela fijados en el baremo.
Los casos de daños psicológicos y el cálculo de la gravedad de los mismos es una cuestión excesivamente técnica. Si no estamos de acuerdo con el informe de los psicólogos de la compañía de seguros podemos pedir a un perito médico que realice su propia valoración para reclamar mayores cantidades utilizando esta valoración, llegado el caso, en un procedimiento judicial, si no se llega a un acuerdo.
En cualquier caso, si usted ha sido víctima de un accidente de tráfico lo mejor es que contacte con un abogado experto en derecho de seguros y de la circulación que peleará por sus intereses tratando de llegar al mejor acuerdo posible o, si no queda más remedio y hay base legal para ello, llevando a la aseguradora ante los tribunales de justicia a fin de que sea reconocida la indemnización correspondiente.